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Escritos en el viento... en el tiempo... en el silencio de otras voces

Narrativa pedagógica 5

Instituto Superior de Formación Docente. Escuela Normal Superior “EEUU del Brasil. Alumna: AYALA, María del Carmen. Instancia: Tercera. Área: Ciencias del Lenguaje y su Enseñanza. Profesora: TARELLI, Victoria. Mi experiencia Pedagógica en la Escuela 887

Cumplir este proyecto denominado “Las tuyas y Las mías”, guardado en mí agenda desde agosto del 2007, me permitió tener  una experiencia inolvidable.
El mismo fue diseñado y planificado para llevar a cabo en dos talleres que se basan en la construcción de títeres; el primero el día 24 y el último el 25 de junio de 2008 en la localidad de Wanda con alumnos del 4º grado de una escuela ubicada a 30 km del lugar mencionado; la propuesta de trabajo consistía en la fabricación de títeres con  elementos convencionales: afiches, cartulinas, goma eva, plasticotas, fibrones y otros.

Sin embargo y por cuestiones ajenas al alumnado, fue ejecutado con alumnos  de la escuela 887 del barrio “Oleros Unidos” de San Isidro de Posadas. Para lo cual tuvimos que adaptar la planificación para trabajar con el nivel inicial.

 Mi nombre es María del Carmen. Y voy a narrar  mi historia. Y  digo que es mía porque fue un hecho que lo viví durante el desarrollo del proyecto; y digo que es mi experiencia pedagógica ya que, de ella me enriquecí con otros y nuevos saberes, y creo que fue en ese lugar donde aprendí a desempeñarme en una situación para la cual no estaba preparada; es decir a adaptarme para trabajar en diversos contextos, a relacionarme inmediatamente y trabajar con sujetos que conocí ese día, y con los recursos que tenía – que compramos entre nosotras-para llevar a cabo la planificación del proyecto.

Esta experiencia educativa tuvo diversos y múltiples momentos de enseñanza y aprendizaje dentro de mi formación docente, pero, no puedo narrar todos. Es por eso que  seleccioné algunos; aquellos que considero que me han marcado personalmente por lo que aprehendí, aprendí y por lo que sigo aprendiendo.

Esto que te cuento aconteció en mi vida, allá por el 24 y 25 de Junio del año 2008, en un paraje denominado San Isidro. Este lugar esta apartado del centro de Posadas, a 20 kilómetros de distancia de la ciudad  mencionada, camino a Corrientes.

El viaje hacia la escuela, lo realizamos en un remis. Partimos desde el barrio Itaembé Miní,  a las 6:30 de la mañana del día 24 de junio, junto a mi grupo de trabajo: Ana,  karen, Lily. Carolina y Yanina  viajaron en moto. Llegamos a la escuela a las 7:20 horas de la mañana.

Luego a las 7: 30, una docente de la escuela  da inició a la jornada escolar. Unos alumnos izaron la bandera Argentina. Juntos cantamos el saludo a la bandera y fuimos presentados por el directivo de la institución.

 Paso a contarte que la Escuela Nº 887 del barrio” Oleros  Unidos” , del paraje  San Isidro, funciona en el patio de la casa de la familia Contis. Allí en dos galpones levantados con la función inicial de servir de cocina, taller y depósito, se disponen las aulas con sus pizarrones. Afuera, mas lejos, se encuentran los baños-letrinas- que son precarias construcciones de madera. El paisaje entero es de tierra y hornos para cocer ladrillos. Esta escuela funciona en doble turno, y recibe a 150 estudiantes. Tiene sala de cuatro y un séptimo grado no habilitados por falta de capacidad edilicia.

Ya Instalados en ese lugar, y con la autorización del directivo,  hemos  ambientado el espacio en el que  desarrollaríamos el taller; pegando afiches e imágenes en las paredes.

 Los alumnos del jardín  llegan a la escuela desde las 8:30,  el horario de entrada del nivel inicial es a las 9.00 horas. Aunque algunos ya vienen con sus hermanos que están en grados más altos para las 7:30 horas.

De esta manera dimos inicio al primer taller. Del grupo clase te puedo contar que han sido 9 niños. Además que la mayor cantidad provienen de cercanías de la escuela y que son hijos de los oleros del lugar, o de personas que trabajan en las olerías.

Cuando llegan todos los chicos, damos inicio al primer día de actividad; los niños se sientan alrededor de una mesa y  entregamos los elementos de trabajo: papel blanco y de colores, fibrones, marcadores, plasticotas, etc. El taller del día uno, tenía por objetivo: construir títeres y socializar sus creaciones. Los niños construyeron sus títeres  dibujando en un papel,   pegando los bordes con plasticota. De esta manera, forman una bolsita de papel -construyendo así, sus títeres-  con un dibujo seleccionado, creando personajes que ellos eligieran, al que luego le asignaban un nombre.

De este modo, tal lo menciona Maite Alvarado pusimos en práctica la pedagogía sugerida por Iglesias “(…) dibujo y escritura se potencian mutuamente. El dibujo tiene una función importante en la generación del texto escrito a través de la libre expresión”. Además “recomienda que el niño comience dibujando, para luego ir introduciendo textos breves, a manera de epígrafes, al pie de las imágenes”.[1]

Pero claro, esta reflexión con el marco referencial de Alvarado, lo puedo hacer hoy, después de varios meses; porque en ese momento al llevar a cabo la propuesta de dibujo con los niños, no lo pensé. La sensación de ese día fue, miedo ante una situación nueva para mí, como lo fue trabajar con niñitos del nivel inicial, y además el temor de no ser lo suficientemente explícitas al momento de dar las consignas de trabajo. Este miedo lo superé con la ayuda de los niñitos ya que, comprendieron perfectamente las actividades propuestas por el grupo.

Al culminar la jornada de la mañana,  durante el desfile, los chicos con el dibujo realizado  debieron presentar a los títeres fabricado por ellos,  comunicando los nombres de su construcción.

Por tal motivo a este momento vivido con los niños de la escuela 887 lo denomino, mi experiencia de enseñanza y aprendizaje ya que a partir de ella vivencié diversas situaciones de intercambio que permitió fortalecer mi práctica docente.

La construcción de estos “muñecos” por parte de los niños me lleva a reflexionar acerca de lo que plasmaron en sus producciones, ya que unos dibujaban un perro, otro a un  gato y así gran parte de estos chicos dibujaban los animales que les resultaban de su predilección. Puedo contar en particular un caso que me despertó sensaciones, de ternura, interés etc.

Tal fue el caso de un niño de nombre Guido que había dibujado con fibrones la figura de un animal, luego hace unos garabatos como “si hubiera   escrito” y queda quietito mientras los demás le asignaban nombres a su mascota; cuando le llega el turno de socializar el nombre títere,  este niño parecía  no entender lo que le pedíamos, entonces le indico su trabajo y le digo, y éste- señalo el dibujo-. El niño me contesta “Curé” en ese momento me dí cuenta que  hablaba el idioma guaraní, desde ese momento pude reproducir en castellano lo que Guido quería decir.

Luego llega la señorita Delia, maestra del nivel inicial, le comento la anécdota. Ella me contesta, que efectivamente, él niño vino hace un mes desde Paraguay y que se comunicaba con sus pares, únicamente en ese idioma.

Esta experiencia pedagógica, también me llevó a reflexionar y comprender todo lo que aprende un docente en la interacción con sus alumno, y que cada contexto en el que le toque trabajar tiene una singularidad, es decir, característica propia, y de esa manera tal lo plantea el texto del Caie:[2] el docente  se irá enriqueciendo con un bagaje de conocimientos, mediante la experiencia diaria.

  Esta anécdota me lleva a relacionar con aquello que menciona Marina cortés en Maite Alvarado con respecto a la lingüística textual de orientación comunicativa la que plantea. “Desde una perspectiva decididamente pragmática, basada sobre todo en la teoría de los actos de habla, se comienzan a incluir rasgos vinculados al contexto situacional (…)”[3]. De la misma manera Van Dijk incorpora la noción de función  textual, que proviene de la pragmática” todo texto representa un macroacto de habla, es decir, una acción general o función que se abstrae durante el proceso de interpretación”. Es por ello y tal lo menciona el autor (…)” La interpretación de los propósitos de los textos requiere un conocimiento del contexto en que fueron producidos”[4] (…). Es aquí donde  podría hacer una relación con “la escritura” que plasmaba Guido pero no la pude  interpretar en un primer momento, pero, cuando  me dí cuenta que no entendía  el castellano; en ese momento pude interpretar que esos garabatos significaban el nombre que le puso a su mascota. “Cure” –que en el idioma castellano, quiere decir chancho-.

De esta manera, es destacable la importancia de la narrativa, porque en ella podemos expresar los docentes,  aquellos momentos y sensaciones que  vivenciamos día a día y al ser tan cargada de enseñanzas y aprendizajes  para el niño como también para el maestro, esa figura de gran significado.

Con las mismas ganas y responsabilidad, damos inicio al segundo día del  taller. Ésta jornada estuvo marcada por juegos y canciones; la  que también se constituyó en otra gran experiencia para mí,  que demandó un gran estado físico por parte nuestra, porque tuvimos que saltar, bailar, sentarnos en el piso y cantar con los niños. Al mismo tiempo otras chicas preparaban el teatrillo, que previamente fue ornamentada por los niños con dibujos de flores realizada por ellos, para la función de una obra de títeres denominada “Chuleta el espantapájaros”. La puesta en escena de esta obra,  enfatizo la recuperación de los saberes previos de los niños mediante la  indagación del posible contexto en el que podría desarrollarse esta situación. A estos interrogantes planteados por cada uno de nosotras las respuestas de los niños fueron diversas.

Esta estrategia de trabajo estuvo impregnada de la creación de espacios lúdicos mediante los cuales los niños puedan considerar al títere como una manera de expresión de todo aquello que queremos transmitir o comunicar al otro. Además,  incorporar nuevos saberes a partir de juegos y del intercambio con los otros.

A partir de esta propuesta de actividades se afianzo la relación con los niños, la que permitió un intercambio mas fluido que en un primer momento.

A esta  rica experiencia pedagógica como docente,  la podría revestir de pimpollo de rosas multicolores. Esta comparación la puedo hacer con los diversos momentos vividos en ese contexto, aunque hayan sido tan sólo dos días. Aun así, han tenido un impacto enriquecedor en mi vida, porque desde ese instante ya tengo otra experiencia, que ha enriquecido mi vida como profesional de la educación que enseña y aprende; porque estoy convencida que así como cada rosa tiene un color que  lo hace especialmente bella y a otras no tanto, ya sea porque es muy débil su color o  resulte muy oscura. Depende de cada uno asignarle el color y el  valor a las cosas.  

Para concluir esta narrativa, puedo decir que  lo  plasmado en ella  fue como ir al psicólogo. Tuve que rememorar cosas y de esta manera exteriorizar a través de la escritura  todo lo que sentí. Y reflexionar acerca de la importancia de las experiencias de cada persona; en este caso para mi formación docente. Para ello debí tomar algunos aspectos y comunicarla porque de lo contrario, esta historia, sería muy extensa y aburrida para el  lector.



[1] En: Alvarado, Maite. Entre líneas. Teorías y enfoques en la enseñanza de la escritura, la gramática y la literatura. Bs. As. Flacso. Manantial. 2001. Página. 34

[2] Material de Apoyo para “EL rescate de experiencias pedagógicas”. CAIE- IFDC Escuela Normal “EE.UU. del Brasil” Posadas-Misiones.

 

[3] Ob. Cit. Página 119.

[4] Ob. Cit. Página 125-126

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