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Escritos en el viento... en el tiempo... en el silencio de otras voces

Narrativas pedagógicas 10, 11, 12, 13 y 14

Instituto Superior Formación Docente Continua “EE.UU del Brasil” - Profesorado para Educación de EGB 1 y EGB 2

Cátedra: Ciencias del lenguaje y su enseñanza – Profesora: Victoria Tarelli – Año 2008 – Alumna: Paula Eskinazi

De cómo los alumnos de segundo año poseen un gusto muy particular por un estilo musical.

Y la culpa la tuvo mi suegra.

“Radiolandia: un medio de comunicación que nos acerca” es el nombre del proyecto que llevé a cabo con unas compañeras en la Escuela N° 887, del Barrio “Oleros Unidos”, ubicado en el Paraje San Isidro. El mismo tuvo una duración de dos talleres consecutivos.

Lo pusimos en práctica en Segundo Grado “A” del Turno Tarde. El establecimiento escolar es de “escuela rancho”, de estructura humilde, sencilla y con muchas carencias. Los niños pueden recurrir allí desde el Preescolar.

Un hecho que me llamó la atención y a la vez muy conmovedor, fue un comentario de parte del director, quién dijo que a partir de lo sucedido en la Librería Bochos, que como sabemos se incendió y muchos útiles escolares se inutilizaron para la venta, la escuela se vio favorecida porque gran parte de esos útiles les fueron donados, y pude observar que los alumnos tenían en su poder cuadernos, cartucheras, hojas con rastros de ese infortunio pero que, ellos sin medir la magnitud de lo sucedido, lo utilizaban de manera muy provechosa.

Destaco la cordialidad del director y de la maestra del aula, de quiénes recibí mucha generosidad y amabilidad. La docente responsable del grado, desde el primer día en que nos abrió las puertas del aula y al finalizar los talleres se hizo un tiempo para dar algunas recomendaciones y sugerencias a tener en cuenta el día de mañana   para ser buenas profesionales. Respecto al director, valoro su disposición por abrirnos las puertas de la escuela, aceptar y estar de acuerdo no solo con el proyecto que integré sino con el del resto de mis compañeras. Además su gentileza el segundo día cuando dramatizamos un programa radial, fue él quién instaló todos los aparatos electrónicos para tal actividad.

Me parece importante comentar que por distintas cuestiones nuestro proyecto no salió como habíamos planificado e ideado pero creo conveniente no detallar los motivos.

Pude detectar durante mi estadía en la escuela que todos los niños eran hijos de oleros, es decir sus padres fabrican ladrillos. Esta actividad requiere permanecer en lugares alejados de la urbe porque es una tarea que demanda trabajar con tierra y hornos. En estos lugares difícilmente llegan los medios de comunicación.

Una vez que llegué a la escuela las dudas e inquietudes resurgieron ¿Les interesará el tema?, ¿Estarán intrigados a lo largo de los talleres?. En fin, muchas preguntas y ¿Las respuestas?

Comenzamos a desarrollar nuestro proyecto; a lo largo del primer taller, le comenté a los niños cuáles son algunos de los elementos de la radio, como así también mis compañeras, y mediante la observación de distintas radios pudimos detectar cómo eran las de antes y cómo son las de ahora. Por lo que observé los alumnos pudieron comprender y captar el tema. Esto se debe a que la explicación no fue con palabras complicadas sino que, en mi caso, utilicé un vocabulario sencillo y en todo momento tuve en mente que eran niños de segundo grado y que tienen aproximadamente entre siete u ocho años y así también el contexto sociocultural al que pertenecen.

Antes de culminar con el primer taller fue a visitar la escuela, en particular el aula en el que estaba desarrollando los talleres, un invitado muy reconocido por todos nosotros, el señor José “El Negro” Viana, quién es locutor y tiene una radio a su cargo. Noté en este momento que los niños estaban ansiosos para que él les hable, ya que todo lo acontecido durante nuestra visita era nuevo para ellos y su presencia era una novedad más.

La intención de la invitación fue para que comente a los alumnos cuáles son sus vivencias y las anécdotas que le sucedieron y le siguen sucediendo como locutor. Desafortunadamente, en la comunicación llevada a cabo con dicho locutor, hubo interferencias, ya que cuando llegó a la escuela solo les comentó a los alumnos más datos de los que nosotras ya habíamos desarrollado, es decir anexó nueva información a la ya dada. Pero es importante resaltar que no lo hizo con un vocabulario técnico sino que lo hizo mediante ejemplos y entendible por todos los allí presentes, en particular los niños.

Me pareció conveniente que para desarrollar un tema como el elegido, resultaba imprescindible llevar a un actor que desarrollase cualquier tipo de función en un programa radial, ya que trasladarlos a la radio donde él se encuentra todos los días no lo pudimos realizar porque la escuela en ese momento no contaba con un seguro médico.

Además quiero pensar que esa puesta en contacto y directa con los alumnos, haya sido gratificante tanto para los niños como así también para El “Negro” Viana. La escuela en ese momento ocupó un lugar muy particular, el de escenario para la puesta en contacto entre el locutor y los niños, talleristas y profesora de la cátedra. 

Antes de que el locutor invitado se retire del aula, los alumnos lo despidieron con una canción. Ahora, ¿Pudieron entender lo explicado por el locutor?, ¿La canción de despedida era para que no vuelva más?

Quiero comentar ya a esta altura qué fue lo que aprendí en los talleres y qué me llevé de los alumnos.

Al segundo día, los niños tuvieron que crear su propio programa radial, en un primer momento lo hicieron de manera escrita, y fue entonces cuando pude constatar que la misma no estaba muy avanzada.

Primeramente separamos a los alumnos en  grupo de a  cuatro y les repartimos una fotocopia a cada uno.

Al reunirme con los alumnos que me tocó para realizar dicha actividad les pregunté, de qué tema les gustaría que trate su programa, es decir cuál era la  intención. Fueron varias las respuestas, todas propias y en relación a la edad.

A continuación les dije para escribir un nombre que identificara su programa. Fue en este momento cuando surgieron los inconvenientes, porque los niños me decían nombres de dibujos animados. Yo apuntaba a que me dijeran nombres fantásticos creados por ellos y no la simple repetición de otros programas radiales ya existentes o de un programa televisivo. Pero… ¿Si no tienen televisor cómo identifican los nombres de los dibujos animados?

Gracias a la lectura de los textos trabajados y analizados en la cátedra de Ciencias del Lenguaje pude notar que son varios los autores que hacen hincapié en trabajar con los alumnos la imaginación y confiar en su creatividad. A esto apunté en el momento de elegir un nombre para el programa. Fue de esta manera como surgieron nombres fantásticos. Igualmente debo reconocer que realizar esto en quince minutos aproximadamente no es tarea fácil. Claro está que de esa manera sería conveniente trabajar a lo largo de la escolaridad con secuencias de progresión y complejización.

Con los alumnos que trabajé, los guié utilizando el método fónico. Y así a medida que identificaban la letra, iban escribiendo los distintos nombres que les surgían. Algunos niños si bien identificaban la letra, se tenían que fijar en el abecedario ilustrado pegado en la pared del aula, cómo era la grafía de la misma y recién ahí plasmarla en el cuaderno. Mi intención era que ellos pudieran reconocer solos sin mirarlas, pero como la escritura no estaba muy fortalecida; cuando digo escritura estoy haciendo referencia al reconocimiento de las letras e intentar de dibujarla sin mirar cómo es. Intente nombrándoles distintas palabras que comenzasen con la misma letra, explicándoles con distintos símbolos qué forma tiene la letra, pero de todas maneras no recordaban cómo se escribía, finalmente permití que se fijasen cómo era la letra y solo así podíamos ir avanzando. Cuando los niños, terminaban de mirar la letra, recién ahí recordaban que ya la habían dado con la maestra del aula.

De este modo los alumnos, sin darse cuenta, pudieron construir un texto descriptivo el cual reflejaba el nombre del programa, la sintonía y, algunos grupos también, reflejaron qué “temas” les gustaría desarrollar. De esta manera fueron los niños quienes realizaron actividades de producción de un texto, utilizando los procesos y procedimientos reales que se ponen en juego en la textualización tal como figura  en el texto de Marina Cortés.

Después llegó el momento de reproducir sus programas, lo que decidimos con el grupo fue realizar uno general, del aula y no como teníamos pensado y planificado en un principio dramatizar el de cada grupo.

Me parece importante mencionar que los niños, ya en el primer taller, sabían que al día siguiente tenían que llevar, el que tenía y podía, distintos cd´s o cassettes de música para “pasar” en su programa como así también pensar temas de los que querían hablar.

Al momento de llevar a cabo el programa los niños acercaron los cd´s, por no decir todos, la gran mayoría me acercó de
Chamamé. Si bien ese día había llevado varios cd´s uno de ellos era de ese estilo musical. El primer día aprecié que algunos niños tenían una inclinación hacia ese estilo, pero no me imaginé que eran prácticamente todos.

Cuando comenzamos a desarrollar el programa, coloqué en la radio el cd´s  de Chamamé que llevé, el grupo se llamaba “Los Criollos de Saladas”, en él hay un tema muy llamativo y a mi entender burlesco, dirigido hacia una persona. El nombre es “Y la culpa la tuvo mi suegra”.

Este momento fue muy agradable, entretenido y  divertido. Porque los alumnos dejaron de lado el tema que iban a desarrollar en su programa, y se pusieron a bailar. Eran dos parejas las que bailaban y otro niño a un costado cantaba dicho tema con gran énfasis y emoción. Durante el lapso que duró esta canción los niños demostraron estar muy entretenidos y animados. Pero…¿Era porque crearon su programa radial o porque se estaban distendiendo del estudio?

Yo los observaba, cómo bailaban y cómo cantaban, fue un momento muy entretenido para todos los que estábamos allí presentes.

De todas maneras, cuando los niños finalizaron de disfrutar la canción pudimos llevar a cabo su programa radial, ellos decidieron un nombre para el programa del aula y con respecto a lo temas que hablaron solo algunos niños contaron chistes, adivinanzas, cantaron. Otros en cambio, permanecían a un costado, debido a que tenían vergüenza de realizar alguna acción para el mismo.

Me parece conveniente aclarar, que el programa creado por los niños y orientado por nosotras, no contó con cada uno de los actores y aparatos electrónicos que se encuentran en una radio, la misma fue una dramatización, que contaba con el conductor, co-conductor y quien narra que fue quien pasaba la música.

Como había llevado un cuaderno de adivinanzas, también les leí a los niños algunas y entre todos buscaban la respuesta.

Volviendo al tema, si bien llevé ese CD no estaba segura si los alumnos iban a reconocer o no temas del mismo, la sorpresa fue grande porque no reconocían solo ese tema sino  prácticamente todos.

Creo importante abrir en este momento un paréntesis y comentar que lo estoy expresando no es una crítica o una burla. Sino que me llamó la atención en su momento, porque al ser “niños” y que les guste ese estilo musical sinceramente me sorprendió. Ya que estoy acostumbrada que en esa edad escuchen músicas infantiles. Pero ahora, al mirar hacia atrás y rever lo acontecido pude darme cuenta que eso fue así ya que pertenece a su cultura familiar. Como dije en líneas más arriba los padres de estos niños son oleros y en su mayoría escuchan solo esa música, ya que el único medio que poseen es una radio y allí solo llega una sintonía que pertenece a un programa radial de Chamamé. Pero de todo esto me enteré recién estando en la escuela.

Como estos niños, fueron y son criados con ese estilo musical puedo entender el porqué del reconocimiento de las canciones y grupos de Chamamé.

Antes de finalizar, quiero expresar lo grato que fue para mí esta experiencia, fue la primera que tuve y mi primer contacto con niños. Me dejó mucho, gracias a esto pude reafirmar la elección de la carrera. Y también comenzar a aplicar tanta teoría estudiada durante el profesorado.

Además mirando en este momento y a poco tiempo de culminar mis estudios puedo identificar distintos contextos, distintas estructuras edilicias, distintas culturas.

Me gustaría relacionar brevemente dicha experiencia con mi práctica que la llevé a cabo en una escuela céntrica. Puedo notar que son muy pocos los aspectos que se relacionan entre una y otra escuela, si bien son diferentes estructuras, diferentes gustos de parte de los niños; quiero destacar que la voluntad por el aprender y asistir a la escuela se asemeja y mucho tanto en los niños de la Escuela  N° 887 y en la que realicé mi práctica,

Todo esto me fue muy gratificante, terminé conforme con mi desempeño; si bien al comienzo expresé que no salió como habíamos planificado. Durante el transcurso de los dos talleres, tuve que innovar, recurrir a estrategias no pensadas anteriormente y por todo y más aprendí mucho, e inclusive de los errores.-

 

 

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Cátedra: Ciencias del lenguaje y su enseñanza – Profesora: Victoria Tarelli – Año 2008 – Alumna: Miriam Gauto

Experiencia pedagógica: Travesía en un mundo paralelo. De cómo logre superarme frente a una dificultad.

La escuela Nº 887 del barrio Los Oleros, en el paraje San Isidro, funciona en el patio de la casa de la familia Contis. Allí, en dos galpones levantados con la función inicial de servir de cocina, taller y depósito, se disponen las aulas con sus pizarrones. Afuera, mas lejos, se encuentran lo baños, que son precarias construcciones de madera. El paisaje entero es de tierra y hornos para cocer ladrillos.

En su terreno, flanqueado por las banderas Argentina y de Misiones, tiene lugar esta anécdota que divierte por lo insólita y enternece por lo solidaria. Pero también causa enojo, porque da cuenta de derechos vulnerados y de los mecanismos de exclusión.

Mi experiencia personal en dicha escuela fue muy satisfactoria y a la vez triste, porque observé esa otra cara de la profesión de ser docente: trabajar en la exclusión y contra viento y marea.

El primer día que llegue a la escuela sentí un poco de miedo y muchas ganas de salir corriendo, porque fue una de las primeras aproximaciones reales al terreno educativo: la escuela; y mas todavía porque me toco trabajar con un  segundo grado que no contaba  con las herramientas necesarias para desempeñar las tareas que tenia planificadas, mas específicamente las referidas al terreno de la lecto-escritura.

El taller que debía brindar consistía en la elaboración de un programa radial, y como no podían operar de la manera esperada (escribir y leer el guión radial), me ví obligada a cambiar la metodología, por así decirlo, porque lo que realmente tuve que modificar y/o adecuar fue la planificación de las actividades que llevaría a cabo en el taller.

En un primer momento fue como si me estancara y no podía volver a retomar las actividades desde otro enfoque, pero luego de tranquilizarme, logre cambiar y ajustar la planificación a los recursos que los niños poseían, por lo que comencé a distenderme y brindar lo mejor de mí como futura educadora.

En particular me encanto trabajar con uno de los niños de ese grado, llamado Juan Carlos, un chico muy vivaz y con muchas ganas de aprender; me llamo la atención su ternura, la forma de expresarse, las ganas que ponía en aprender y realizar las diferentes actividades encomendadas, etc.

Rescato mucho la presencia de ese niño, porque si bien todo el grupo tenia muchas ganas de aprender, no contaban con las herramientas necesarias, se evidenciaba una barrera infranqueable por el momento, ya que presentaban mayor dificultad para cumplir las tareas.

En un momento dado se evidencio de una manera muy particular el hecho de que Juan Carlos actuaba de “disparador” en todas las actividades propuestas, ya que tomaba la iniciativa y guiaba a sus compañeros, logrando así que el grupo clase participar con gusto y entusiasmo en las tareas encomendadas.

Logre darme cuenta de que los niños de esa escuela poseen una nobleza de corazón y que aprenden la solidaridad porque es parte de sus vidas.

Viendo esto, el frío que entra entre las maderas de las precarias aulas no es nada, porque los niños se las aguantan y viene a estudiar igual y cada día lo hacen con renovadas ansias de aprender mas y mejor.

Resulto ser una experiencia totalmente nueva y por lo tanto innovadora, puesto que tuve que desenvolverme en un contexto diferente al que esperaba, otra realidad, con otro tipo de comunidad educativa, que por lo tanto tienen necesidades diferentes, con niños con discapacidades motrices, etc.

Fue realmente una práctica enriquecedora, puesto que del error se aprende, y tal vez no comencé muy bien que digamos, pero puedo decir con orgullo y dicha que termine de la mejor manera posible y logre cumplir mis expectativas; pero lo que mas me enorgullece y brinda satisfacción es el hecho de saber que los niños aprendieron algo mas y por ende el aprendizaje fue mutuo, ya que pude ver que el educar es un desafío constante, y que no importa el contexto y las carencias del mismo, lo importante es encontrar lo positivo y trabajar a partir de ello.

Pude relacionar algunas cosas de mi experiencia pedagógica con el texto de Maite Alvarado, cuando cita al autor Luís Iglesias, mayor exponente del texto libre, donde se trabaja la libre expresión de los niños, y es justamente eso lo que se trabajo en los talleres que se hicieron en la escuela 887; se tuvo en cuenta el lenguaje, el pensamiento y la experiencia de los niños de ese contexto, dándoles así la palabra, ya que esto significa darles la oportunidad de expresarse, de hacerse oír, de hacerse entender y valorar su propia realidad y su cultura.

En cuanto al texto de Marina Cortes, encontré similitud en cuanto a los procesos de escrituras, más precisamente, a mi proceso de escritura, puesto que tuve escribir y reescribir varias veces la planificación de mis clases, y así pude ver lo complejo, pero significativo que es escribir.

 

 

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Cátedra: Ciencias del lenguaje y su enseñanza – Profesora: Victoria Tarelli – Año 2008 – Alumna: Patricia Guanca

Una Propuesta Inolvidable

Hace aproximadamente cinco meses llevé a cabo con mis compañeras de grupo en el espacio de tecnología, un proyecto que se titularizó “Jugando, Jugando voy reciclando”, cuya modalidad estaría vinculado a dos talleres orientados a la fabricación de instrumentos musicales con materiales reciclables. Este proyecto se llevaría  a cabo como una experiencia a compartir entre la comunidad educativa IFDC “Estados Unidos del Brasil” y la escuela Nº887 del barrio Oleros Unidos del pasaje San Isidro. Coordinado por la profesora del Área de Tecnología y de Educación Artística Graciela Rosa Karabín y destinado a los alumnos del cuarto año del EGB2 de esta institución.

Los alumnos que concurren a este instituto constituyen familias en su gran mayoría de situación socio-económica baja, y el edificio de la escuela es muy precario.

A pesar de estas circunstancias que vinculan a la escuela, llevaríamos a cabo nuestro proyecto como una manera de acercar a los niños de cuarto año del segundo ciclo una alternativa de recreación y concientización partiendo de la construcción de instrumentos musicales con materiales reciclables.

El proyecto proponía el desarrollo de las capacidades artísticas en los alumnos, la cooperación y el trabajo en equipo. Favoreciendo el desarrollo de las capacidades de interpretación y producción con autonomía  y creatividad en los niños. Fomentando además, en los niños, la utilización de materiales reciclables.

En este contexto, me comprometí a desarrollar junto con mis compañeras de grupo nuestro proyecto “Jugando, jugando voy reciclando”, propuesta que en ese momento estaba visada por la profesora y que solo faltaba nuestra “intervención” para finalizarla.

En marcha

No fue nada sencillo emprender este proyecto. Organizar el tiempo con las experiencias de enseñanza-aprendizaje, conseguir los materiales y herramientas, realizar los contenidos, objetivos, etc.; pero contábamos con el apoyo de la profesora de música que nos orientó y nos acercó  materiales concreto del tema que queríamos desarrollar, lo que nos facilitó buena parte de la tarea.

El taller era fundamentalmente un espacio de expresión, de juego, de creación y también de producción y eso era justamente lo que intentamos plantear en nuestro proyecto.

Un trago amargo

Eran las cinco y media de la mañana cuando estábamos con Marlene en mi casa esperando a Aurora para ir a tomar el colectivo que nos llevaría a la escuela destino.

En ese momento suena el timbre, salimos a mirar y ahí estaba, con bolsas en las manos, era Aurora, ya había llegado. En ese momento nos dimos cuenta que teníamos muchas cosas que cargar para llevar a la escuela.

Pero lo mas insólito fue que ya estábamos listas para salir al encuentro del colectivo, y entre vuelta y vuelta se nos izo la hora de ir a esperar el colectivo, rápidamente, levantamos todas nuestras cosas  y salimos casi corriendo a tomar el colectivo que pasaba a cuatro cuadras de mi casa.

El colectivo que nos llevaría a la escuela Nº887, pasaría a las seis y diez de la mañana. Ya estábamos a una cuadra y media de la parada cuando vi pasar un colectivo, supuse que era el nuestro pero no quise alarmar a las chicas, así que espere a llegar a la parada unos minutos para ver si me había equivocado. Fue inútil esperar el colectivo, ya que el colectivo que vi pasar era el nuestro.

Estuvimos esperando otro colectivo que nos llevara hasta la escuela, pero al ver que ya se acercaba la hora que debíamos estar en la escuela  tomamos un taxi.

Cuando llegamos a la escuela, nos dimos cuenta que éramos las primeras en llegar. Con las chicas coincidimos que si el taxista no nos llevaba a la escuela  nunca la encontraríamos, porque no podíamos diferenciar la escuela de las otras casas ya que se trataba de una casa de madera que se podía diferenciar de las demás por un cartel de madera donde llevaba escrito el nombre de la escuela y un mástil en el patio.

En la escuela

Fuimos las primeras en llegar, me invadían sentimientos contradictorios: por momentos un vació inexplicable se apoderaba de mí; no estaba segura de acordarme de lo planificado o de lo que debía hacer, pero también sentía interés por lo nuevo, lo distinto de las prácticas habituales ya que la propuesta que presentamos tenía la modalidad de aula-taller.

Esta modalidad de trabajo me posibilitó atender a grupos reducidos de alumnos/as con relativa comodidad, sobre todo, porque el grupo clase era bastante reducido y al ser tres las practicantes dentro del aula la atención a los distintos grupos formados no tuvimos complicaciones. Aunque por un momento pensé que mí conocimiento del grupo clase se convertiría en un inconveniente para el desarrollo de lo planificado.

 Nuestros Primeros pasos

Recuerdo que en nuestro primer taller titularizado: “Jugando a imaginando ser y a construir instrumentos musicales”: estaba ansiosa, contenta, bloqueada por un instante frente a los alumnos y a mí parecer, mis compañeras también estaban pesando por una situación similar. La maestra nos había cedido el aula y como primera medida nos presentamos, desde ese instante no recuerdo como ni en que momento pero habíamos hecho la presentación, presentado el tema “Fabricación de instrumentos musicales con materiales reciclables” y la primera actividad (presentación de un tema musical “Antón Pirulero”) a partir del cual desarrollamos los contenidos previstos en la planificación: Instrumentos de viento, de cuerda y de percusión. Utilización de materiales reciclables; partiendo como primera medida de los conocimientos previos de los alumnos y con el soporte del tema musical, para luego vincularlo con los contenidos propuestos.

En esta primera instancia llevamos también a cabo el inicio de la construcción de un elemento musical propuesto por nosotras (guitarra, bombo, maracas, toc-toc.) utilizando materiales reciclables para su elaboración.

Finalmente, llegamos al fin de la primera jornada y aún hoy puedo recordar que me sentí emocionada y feliz por lo resultados logrados ese día. 

 

 

Instituto Superior Formación Docente Continua “EE.UU del Brasil” - Profesorado para Educación de EGB 1 y EGB 2

Cátedra: Ciencias del lenguaje y su enseñanza – Profesora: Victoria Tarelli – Año 2008 – Alumna: Viviana María Almada

De cómo una practicante  aprendió con sus alumnos…

Narrativa pedagógica sobre la experiencia en terreno de proyecto integrador en la escuela nº 887, temática: el Derecho a la educación  en contextos de marginación.

Mi experiencia en la escuela 887 fue parte del proyecto integrador entre diversa áreas del conocimiento: “El mundo en el que vivimos hoy” del módulo curricular de tecnología, durante el cursado del último año del profesorado, habían distintos grupos con distintas temáticas, el mío era el Derecho a la educación en el marco de la Declaración de los Derechos del niño, titulado “Educación para vos, para mí, para todos”.

La escuelita era muy humilde, de condiciones precarias, tablas mal unidas que dejaban pasar el frío de ese junio, construida por los vecinos, en el barrio Oleros Unidos del paraje San Isidro de Posadas.

El recibimiento por parte de los integrantes de esa escuela fue muy caluroso.

La experiencia consistía en dos talleres matutinos, el primero denominado “Pintemos nuestro derecho”, ustedes se preguntarán ¿qué tendrá que ver el arte con el tópico de los derechos del niño?, sucede que el taller buscaba la creatividad de estos, que se expresen abiertamente acerca de sus propias vivencias con respecto a este tema. Como una cita de José Marti que recuerdo haber leído: “Para escribir bien una cosa hay que saber de ella mucho; y de lo que los niños saben mucho es de lo que viven”.

Por lo tanto se buscaba rescatar, desde su cotidianeidad, que ellos comprendan la importancia de la educación en sus vidas, que tienen ese derecho y una ley que lo ampare.

Creo  que por medio de la técnica de collage ellos pudieron expresar con mayor facilidad y libertad  lo que interpretaron acerca de de lo explicado. Esto me trae a la memoria la “función ordenadora” del dibujo, de la pedagogía de Iglesias, en la cual el dibujo es ordenador de las ideas, antes de llevarlas por escrito o en este caso oralizarlas y el docente no debe interferir con comentarios o exigencias.

La creatividad como componente principal en el aula estuvo presente en mi experiencia, como en la escuela nueva, en décadas pasadas, en defensa de la libertad expresiva que dio origen a sus primeras innovaciones. En el campo de la psicología se define la creatividad como la capacidad de ver las cosas de una forma nueva y no convencional, vinculada con la habilidad de solucionar problemas.

Haciendo una relación con lo anterior puedo decir que en mi  proyecto el problema o la problemática se centró en la desvalorización de la educación, sobre todo en los contextos de pobreza, por lo tanto desde la creatividad se buscó la reflexión y toma de conciencia de la importancia de la educación en la sociedad actual.

Antes de la realización del collage, en la apertura, se presentaron láminas de situaciones que daban cuenta de los derechos de los niños, (a recrearse, a tener una familia, a recibir educación, etc.) debían “adivinar” de cual se trataba en cada caso, para ellos esto no fue nada difícil, lo “sacaron” rapidísimo. Hubo una particularidad que quiero comentarles, la planificación fue pensada para niños de 5º grado pero resulta ser que en esta escuela estaban fusionados los del 5º y 6º año y además de eso eran, la mayoría, chicos con sobreedad escolar; algunos tenían hasta 15 o 16 años.

Entonces, al llevar a cabo la apertura sentí frustración o miedo de suponer que las actividades que planifiqué con las chicas de mi grupo no eran adecuadas para el nivel en que estaban ya que, desde un enfoque constructivista, para que el aprendizaje se produzca y sea significativo  se debe lograr un desequilibrio cognitivo, una cierta equidistancia entre lo que se sabe y lo que se ignora.

Pero me tranquilicé después, ¿qué sucedió?, seguidamente a la apertura y antes del desarrollo (realización de collage) presenté material bibliográfico, de base expositiva, acerca de la Declaración de los derechos del niño y del derecho a la educación específicamente, los alumnos realizaron la lectura y noté que los textos poseían la “informatividad” necesaria, es decir que tenían información nueva para ellos, aspectos que no habían estudiado aún y también la “aceptabilidad”, dos de las siete normas que debe tener un texto para ser considerado como tal según Beaugrande y Dressler.

Son textos operativos, con la función de informar y colaboran con la comprensión lectora por presentar el contenido organizado según su funcionalidad y/o intencionalidad.

Por esos motivos pude proseguir sin inconvenientes con las explicaciones posteriores a la lectura del material y seguidamente con las demás actividades.

Después de la lectura se llevó a cabo la comprensión lectora, aquí entraron en juego las “macrorreglas” que implica comprimir la información  de distintas maneras: se interpreta la información de la superficie del texto, se relaciona con lo que  ya se sabe acerca del tema por lectura de otros textos, entran en juego las ideologías, los intereses y el conocimiento del mundo que posee el lector.

Al llegar al cierre del primer taller, que consistía en una socialización, los niños realizaron comentarios de sus expresiones artísticas y me di cuenta de que lograron interpretar el contenido, relacionándolo con su realidad, con sus saberes previos, otorgándole significatividad.

En todas las láminas del collage, aparecía la escuela como lugar central y alrededor de ella las personas, elementos significativos, y hasta sus aficiones. Por ejemplo, el representante de uno de los grupos (fue una actividad grupal) explicó que la imagen central era su escuela, que uno de los individuos era él jugando al fútbol en el patio del establecimiento (su deporte favorito y de la mayoría de sus compañeros  según nos comentó) y que el vehículo que dibujaron, una “Ferrari”, era el coche del Director, con el que se trasladaba junto a los maestros, a veces transportaba a algún vecino o niño enfermo hasta el hospital cuando había una urgencia e incluso llevaba los insumos que necesitaban en la escuela.

Lo más notable era que el auto del director era uno “común y silvestre” aunque no puedo precisar marca ni modelo, pero no era exactamente un auto de lujo y puedo interpretar que por todo lo que representa ese medio de movilidad en ese lugar tan alejado de la zona urbana, para ellos  ese auto no es un autito cualquiera sino que equivalía a un “súper auto”, una Ferrari. Se puede relacionar además con el dibujo en la psicología genética de Piaget, más particularmente con el “realismo visual”  que es el estadío del dibujo en el que este ultimo representa solamente lo que es visible desde el punto de vista particular, tiene en cuenta la perspectiva y la disposición de los objetos  según un plano de conjuntos y sus proporciones métricas.  

 Salotti, una de las autoras de La enseñanza de la lengua. Contribución experimental expresa que “el niño es un ser que siente, pinta, exclama, interroga, ruega, manda, imita. Por eso su estilo, además de ser directo cuando relata, es impresionista cuando describe”.

Al término de la primera jornada percibí que los alumnos se habían “enganchado” con la propuesta, estaban entusiasmados con eso “nuevo”. Me  esperaron con entusiasmo hasta el día siguiente en que tenía que regresar, digo esto porque constantemente preguntaban si íbamos a ir a día siguiente y qué actividades les llevaríamos, se notaba la ansiedad en sus rostros.

La segunda jornada fue igual de productiva y satisfactoria por la participación entusiasta, la predisposición para escucharnos y realizar las actividades que demostraban. Hubo una relación dialógica recíproca entre ellos y yo, preguntaban, repreguntaban, respondían a mis preguntas y las de mis compañeras, hacían comentarios interesantes.

En este momento recuerdo que uno de ellos me dejó un mensaje muy valioso y rescatable por la espontaneidad  con que lo hizo y por basarse de su propia vivencia, su propia realidad: estaba conversando con ellos en el aula acerca de la importancia de la escuela para ser “alguien” en el futuro, entonces pregunté qué les gustaría ser, qué profesión sueñan tener cuando sean grandes, uno de ellos respondió a manera de “chiste” para el, que sería un “chorro”.

Esa respuesta repentina e inesperada me dejó pensando por un momento en qué decir, qué o cómo responderle para hacerlo reflexionar sobre lo que acababa de decir. En ese momento, sin dudar, uno de sus compañeros (quien particularmente no había tenido mucha participación en las conversaciones y no demostraba interés) lo contra argumentó diciendo -“para qué iba a cursar hasta séptimo año si después iba a terminar siendo un simple chorro”-. Ese comentario fue el punto de partida para una deliberación más profunda con todo el grupo.

Particularmente reflexioné acerca de que muchos docentes tenemos una representación errónea acerca de los niños que viven en contextos de pobreza extrema, que “son maleducados”, “que son terribles”, “que sin bándalos”, pero cuán equivocados estamos, son solo niños, ni más ni menos, con sus penas y tristezas y con sus sueños y alegrías; quizás por la situación de necesidades  en que están inmersos tienen más sueños y ganas de concretarlos que otros.

La escuela pequeña y primera sociedad, además de la familia, es la responsable por excelencia de brindarle las herramientas necesarias y facilitarles la adquisición de competencias para vivir y desenvolverse en esta sociedad cada vez más cambiante y turbulenta, debemos acabar con la idea de que ellos no pueden más de lo que tienen y por ende recortarles los contenidos a enseñar. Creo que con más razón debemos enseñarles a creer en ellos y sus sueños, pero primero creerlo nosotros también como sus docentes e incentivadores.

Finalizamos la segunda jornada y así la experiencia con dramatizaciones por parte de los niños a partir de la pregunta ¿por qué o para qué vienen a la escuela?, de allí surgieron muchas ideas muy profundas expresadas de manera creativa y divertida. Seguidas de una charla con todos ellos en la que se rescataron los mensajes que quisimos dejarles y que ellos interpretaron, una despedida muy emotiva con la promesa de volver.

 

 Instituto Superior Formación Docente Continua “EE.UU del Brasil” - Profesorado para Educación de EGB 1 y EGB 2

Cátedra: Ciencias del lenguaje y su enseñanza – Profesora: Victoria Tarelli – Año 2008 – Alumna: Mónica Patricia Mateu

Título fantasía: “Los piojitos aprenden” - Título conceptual: “Relato sobre una experiencia vivida en la escuela 887”.

En este relato deseo contar mi experiencia en la escuela 887, ubicada en el barrio “Oleros Unidos” de San Isidro, de la ciudad de Posadas, la cual comenzó un día martes y finalizó un miércoles, fueron dos días nada más, pero muy significativa y enriquecedora.

Recuerdo el primer día la ansiedad que sentía mientras preparaba los materiales didácticos y pedagógicos que habíamos construido con mis compañeras para dar nuestra clase sobre la Pediculosis, y además por conocer el lugar, la escuela, los alumnos, entre otras cosas.

Ese día, después de haber preparado todas las cosas, fui a tomar el colectivo que me llevaría a destino.

Al llegar al barrio tuve que caminar varias cuadras para llegar a la escuela, donde me encontré con nuestras profesoras del Instituto, compañeros que también iban a dar su clase en ese lugar, directivos, maestras y alumnitos, que por cierto me recibieron muy cordialmente. Mientras nuestras compañeras que hacían el trabajo de investigación, nos sacaban fotos con la escuela, yo pude observar que esta era muy precaria, ya que es un galpón prestado por el propietario del terreno y esta dividido en dos aulas y un salón central, con su respectivo baño ubicado fuera del establecimiento y un amplio patio donde los alumnos realizan sus actividades de educación física y recreo.

Es una escuela que de hecho me impactó mucho porque fuera de la realidad, no me imaginé jamás una escuela de tan bajas condiciones económicas y edilicias.

Con respecto a los alumnos cuando los conocí observé en ellos, a pesar del contexto social y económico en el que viven, mucho respeto hacía mí y demás personas; también muchísimas ganas de aprender a como de lugar, así sea con comodidades o sin ellos, lo cual no se puede ver y decir lo mismo de otras escuelas, como algunas cercanas al centro o escuelas privadas donde los alumnos en su mayoría son irrespetuosos con los docentes y no tienen interés en aprender. Ese mismo día a las 3:00 hs. de la tarde, precisamente, comencé a dar mi clase junto a mis compañeras de grupo, la cual se basaba en el tratamiento de la pediculosis, en el contagio, en la cura, en la higiene, y otras temas específicos, donde pude observar que el momento que se vivió en la clase fue muy dinámico y debatido, y en la que también pude ver que los niños ya tenían noción de lo que son los piojos, de su tratamiento, de lo que debían hacer para combatirlos; hubo mucha participación por parte de los alumnos.

Otro acontecimiento que recuerdo fue el segundo día cuando realicé, acompañada de mis compañeras, una representación, el cual me pareció que fue un momento que tuvo mucha producción, por la realización de los trajes, las escenografías, los productos de limpieza que fueron repartidos a los alumnos, entre otras cosas, y la cual trataba sobre el contagio y su tratamiento de curación. Fue muy graciosa y divertida porque había ensayado reiteradas veces con mis compañeras, que ya sabíamos el guión de memoria, pero al estar frente al aula no sé que nos paso, si fueron nervios u otra cosa, pero en el momento de actuar entró primero mi compañera que debía entrar en tercer lugar, cuando la veo actuando, me asusté y entre rápido a escena, porque según el guión yo entraba primera. Después que entre, entraron las demás actrices con quienes tuve que dejar de lado ese estructurado guión y empezar a improvisar.

En ese momento sentí miedo, desesperación porque salieran mal las cosas, que por suerte se pudo llevar adelante, siendo así que los niños no se dieron cuenta de lo que estaba pasando aplaudiéndonos con entusiasmo.

Luego para dar por terminada la clase se llevo a cabo una obra de títeres en el que los personajes eran una niña con mucho pelo y un piojo negro y gordo. En esta clase también hubo bastante producción, donde se hicieron los títeres, un bastidor con cortinas decoradas con flores de papel, entre otros dibujos referidos al tema.

Y por ultimo, se repartió unas fichas a los alumnos en la que debían colorear y escribir sus nombres, en los que algunos necesitaban ayuda ya que no sabían escribirlos.

Finalizando con el relato de mi experiencia, considero que, como trabaje con alumnos de salita de 4 años y alumnos de 1º año del 1er. Ciclo, no pude incluir los textos trabajados en clase por la autora Marina Cortés y Gustavo Bombini, Ya que son alumnos que todavía no trabajan con la escritura debido a que no saben escribir y donde solamente trabajan con la oralidad, imágenes, etc. Y en el cual destaco que me sentí muy feliz de haber cumplido con los objetivos previstos, en el que los alumnos aprendieron a cuidarse e higienizarse todos los días para prevenir la pediculosis y donde también rescato el vínculo que tuve con la maestra que nos cedió sus horas, y por supuesto con el Director y su señora, también maestra, que nos abrieron las puertas del “establecimiento” para que podamos llevar a cabo nuestro proyecto socio-comunitario.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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